Malas Digestiones, por Francisco Rivilla Gualix

Inmerso en las Navidades no hay medicamento que alivie la acidez de estómago que me provoca la mala digestión. Estas fechas son dadas para los excesos y no es de extrañar que tras tantas pantagruélicas comidas el organismo se resienta y casi estás deseando que llegue el ayuno católico de la Cuaresma aunque seas un ateo recalcitrante como es mi caso. Pero la salud es irremplazable y prefiero cien veces la austeridad funeraria de la Semana Santa antes que la alegría derrochadora y falsaria del nacimiento. Toda vez que el alumbramiento de María no está claro que fuera por estas fechas. Lo que sí es un hecho es la llegada por estas fechas de uno de los solsticios, –el sol se sitúa sobre uno de los Trópicos: el de Capricornio que marcaría la llegada del invierno para nosotros, habitantes del hemisferio norte, y el de Cáncer que nos señala la llegada de nuestro verano-en este caso el de Capricornio. Ambos solsticios han sido celebrados por el hombre desde tiempos ancestrales, cuando se practicaban cultos paganos o el animismo –creencia primitiva que considera que todas las cosas están animadas por espíritus-. El acierto del cristianismo es aprovechar esas tradiciones paganas y adoptarlas a la nueva creencia –Natividad del Señor en nuestro solsticio de invierno o San Juan en el de verano-. De este modo y dado que nace el niño-dios la vida cotidiana se recubre con un velo de bondad sólo por este hecho, lo que me lleva a pensar que por esta regla de tres cuando se celebra la crucifixión esa bondad debería convertirse en todo lo contrario. Por fortuna no se da lo uno ni lo otro y toda esta supuesta bondad no es más que una máscara tras la que escondemos nuestra sordidez, egoísmo e insolidaridad. Lo que sí permanecen son las celebraciones y con ellas mi estómago resentido. Bien pensado, tal vez lo que probablemente haya digerido peor es el paso de otro sorteo navideño sin haber sido agraciado por la fortuna. Otro año de cuentos de la lechera para que llegado el día 22 la cántara se haga añicos contra el suelo.

 
En realidad uno u otro acontecimiento hubieran quedado en un simple malestar pasajero de no ser por un factor agravante que vengo arrastrando desde el pasado 20 de Noviembre: aquel día nefando la clase trabajadora acudió a las urnas para respaldar con su voto un gobierno de mayoría absoluta del Partido Popular. El voto de castigo hacia la gestión del Partido Socialista se transformó en vía libre para la derecha española que no va a hacer otra cosa que proseguir con los recortes ya iniciados por el gobierno socialista e incluso agravarlos y esto, perdonen que les diga, no va a hacer sino hundirnos más en el lodazal de la crisis. Y no soy el único que piensa de este modo: la administración estadounidense cree que la solución es fomentar el consumo y mira con no muy buenos ojos los titubeos europeos que en caso de debacle arrastrarían con toda seguridad al resto de economías mundiales. ¿De qué servirá recortar el gasto público si con estos recortes promovemos una caída de los ingresos? ¿Es esa la fórmula para generar empleo? No lo creo. Aunque por fortuna tenemos a la felicísima primera alcaldesa de la historia de Madrid –a mí que me expliquen el mérito de esta buena mujer para alcanzar tal honor: tal vez se deba al conocido traspiés de no mezclar peras con manzanas. Si es así, mejor la hubieran nombrado verdulera mayor del reino o embajadora de frutas y hortalizas- a quien no se la ocurre nada mejor para fomentar el empleo que obviar las trabas burocráticas que, según ella, tiene el ayuntamiento de Madrid para controlar la creación de empresas. Vamos, que esta encantadora dama cuya sonrisa muestra sus atributos dentales proporcionalmente a como la de su consorte con acento tejano los oculta, va a pasarse la Ley de Protección de Riesgos Laborales, ordenanzas industriales y resto de normativas por el arco del triunfo. Puestos a decir barbaridades propongo que los parados paguen por trabajar –tal y como lo leí en un chiste de EL JUEVES- porque así seguro los empleaba algún empresario desalmado. Con personajes así me dirán ustedes hacia dónde caminamos. Porque si Francia y Alemania son las naciones que indican el camino a seguir  no es menos cierto que sus clases adineradas son las primeras en arrimar el hombro y solicitar una subida de impuestos para los que más tienen ¿Las nuestras se preguntan? Cuando el anterior gobierno recuperó el impuesto de patrimonio, preguntado el señor Botín acerca de su opinión sobre tal medida, respondió que le parecía muy mal. Sí, el mismo señor que tiene quién sabe cuantos millones repartidos en distintas sociedades distribuidas por diferentes paraísos fiscales, como muestra bien vale un botón. El reciente anuncio tras el consejo de ministros de la subida de impuestos que afectará a los rendimientos del trabajo repercutirá sobre la clase media y la clase trabajadora –que esté empleada claro está- y no sobre quienes obtienen pingües beneficios aprovechándose de la situación -léase banqueros y grandes empresarios- pues ya se encargarán ellos de ocultar sus ingresos desmesurados tras oscuras sociedades o fundaciones “sin ánimo de lucro”. En lugar de perseguir el fraude fiscal, se grava a quienes dependen de una nómina y no tienen modo de ocultar un céntimo. Con esto no digo que sea contrario a la subida de impuestos: siempre he creído que estos son necesarios para mantener las prestaciones sociales y, con su pago, mostrar un rasgo de solidaridad con los más necesitados. A lo que soy contrario es a que esta subida recaiga siempre sobre los mismos y los que realmente con su aportación podrían aliviar la situación sigan mirando hacia otro lado, más pendientes de llenar sus bolsillos que del progreso y bienestar de su país. Eso sí, a la hora de airear su patriotismo no se quedarán atrás y no dudarán en enarbolar la bandera obviando que ésta no es más que un símbolo y la patria realmente somos todos los seres humanos que formamos parte de ella, tengamos o no dinero.

 
Sobre el nombramiento de Luis de Guindos como ministro de economía –el mismo que fue presidente de Lehman Brothers en España y Portugal justo hasta que el gigante financiero quebrara arrastrando consigo las economías de medio mundo- prefiero no extenderme porque mucho me temo que este ministro va a dar mucho que hablar y no quiero que la mala baba que me producen estos acontecimientos me provoque una úlcera. Ya que no me ha tocado la lotería que lo gane en salud, al menos eso dicen…

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